El plan del ex director ejecutivo de Blackwater, Erik Prince, de crear una fuerza privada para ayudar a la administración Trump en sus esfuerzos de deportación masiva está cobrando renovado impulso. Según informó por primera vez Politico, un documento de 26 páginas detalla la propuesta, que busca 25 mil millones de dólares para establecer una fuerza capaz de deportar a 600.000 personas al mes. El plan, que incluye la designación de al menos 10.000 ciudadanos privados, sería fundamental para lograr el objetivo declarado de Trump de expulsar a 12 millones de inmigrantes indocumentados. Con la agenda de deportación de Trump en aumento, nuevos informes indican que la administración está buscando formas de superar los obstáculos logísticos que están ralentizando las expulsiones. Según fuentes familiarizadas con las discusiones internas, los funcionarios se han impacientado con la capacidad del Departamento de Seguridad Nacional para ejecutar deportaciones masivas a gran escala, lo que alimenta la especulación de que el plan de Prince podría revisarse. Prince, que tiene profundos vínculos con Trump, se resistió a caracterizar la propuesta como un "ejército privado" durante una entrevista con NewsNation. Cuando se le presionó sobre los detalles del plan, desestimó las preocupaciones e insistió: "Esta no es una idea de un ejército privado". Sin embargo, el documento sugiere explícitamente otorgarle a una fuerza privatizada la autoridad para realizar arrestos y deportaciones en suelo estadounidense. Por su parte, Trump se ha negado a descartar la propuesta, afirmando que "no se opondría" a la idea. Su historial en la aplicación de la ley de inmigración ya ha provocado controversia, incluida una sugerencia anterior de detener a inmigrantes indocumentados en la Bahía de Guantánamo. Esa idea ha generado desafíos legales , y los grupos de derechos civiles argumentan que violaría las protecciones constitucionales. La semana pasada, los legisladores republicanos presentaron un proyecto de ley destinado a expandir aún más la autoridad de Trump sobre la aplicación de la ley de inmigración, incluidas disposiciones que podrían facilitar la designación de ciudadanos privados para las deportaciones. Mientras tanto, ICE ya ha anunciado un aumento de las redadas en los lugares de trabajo, una medida que muchos ven como precursora de medidas represivas más amplias. La propuesta de Prince sigue sin confirmarse, pero las frustraciones dentro de la administración Trump por los obstáculos logísticos han alimentado la especulación de que un plan de este tipo podría ganar fuerza. Los informes sugieren que los funcionarios están cada vez más impacientes con el lento ritmo de las deportaciones, lo que hace que el plan liderado por Prince, que incluye una flota de 100 aviones privados y una red de campos de detención en bases militares, sea una opción más atractiva. Desde la caída de Blackwater, que alguna vez estuvo estrechamente vinculada a las operaciones de la CIA e incluso se describió como el "ala privada" del ejército estadounidense, Prince ha estado trabajando agresivamente para organizar un regreso. Su legado está manchado por la masacre de la plaza Nisour en Bagdad en 2007, donde los agentes de Blackwater mataron a 17 civiles iraquíes en lo que Human Rights Watch describió como una "matanza mortal". El incidente se convirtió en uno de los fracasos definitorios de las intervenciones militares estadounidenses en Medio Oriente. Después de haber sido marginado durante los años de Obama, los vínculos de Prince con la administración Trump crearon una nueva oportunidad. En 2017 y 2018, presentó un plan de 5 mil millones de dólares para privatizar la guerra estadounidense en Afganistán. Sin embargo, su presunta participación en una fallida operación mercenaria en Libia socavó sus esfuerzos por renovar su imagen. Desde entonces, sus ambiciones se han extendido más allá de las guerras estadounidenses. En agosto de 2024, Prince publicó un video en el que se dirigía a las fuerzas antigubernamentales en Venezuela y declaraba: “Sus amigos del norte, aunque no estemos con ustedes hoy, llegaremos pronto. Los apoyamos hasta el final”. Reuters había informado anteriormente de que en 2019 presionó a la administración Trump para que le permitiera desplegar un ejército privado en el país. Prince también se jactó públicamente de ayudar al genocidio de Israel contra la población civil de Gaza, afirmando que “proporcionó a los israelíes una capacidad totalmente financiada y donada para inundar Gaza con agua de mar”. Mientras tanto, un grupo de las Naciones Unidas que monitorea el embargo de armas en la República Democrática del Congo encontró evidencia de que Prince intentó negociar un acuerdo para enviar mercenarios a la región de Kivu del Norte, rica en minerales. La perspectiva de privatizar las deportaciones masivas plantea la preocupación de que los mismos abusos de los derechos humanos vinculados a los contratistas militares privados en el extranjero puedan reproducirse en el país. A medida que las políticas de inmigración de Trump se vuelven más agresivas, otras empresas privadas ya se están posicionando para obtener ganancias; la industria de prisiones privadas ya está cosechando importantes recompensas financieras y, a medida que aumentan las redadas de deportación y la administración busca formas de cumplir con sus objetivos, la idea de la aplicación privatizada de las leyes de inmigración ya no es marginal. Foto destacada | Erik Prince habla con el comentarista político Gordon Chang en la Conferencia de Acción Política Conservadora el 22 de febrero de 2025. Zach D Roberts | AP Robert Inlakesh es un analista político, periodista y cineasta documental que actualmente reside en Londres, Reino Unido. Ha informado desde y vivido en los territorios palestinos ocupados y presenta el programa 'Palestine Files'. Director de 'Steal of the Century: Trump's Palestine-Israel Catastrophe'. Síguelo en Twitter @falasteen47
