Erik Prince, el controvertido fundador de Blackwater y aliado de larga data de Donald Trump, está preparando un regreso triunfal. Ha cerrado un nuevo acuerdo para "proteger" el lucrativo sector minero de la República Democrática del Congo (RDC) y está promoviendo un complejo penitenciario privatizado en El Salvador que, según sus críticos, evoca la Bahía de Guantánamo. En una carta fechada el 8 de febrero de 2025, el presidente congoleño Félix Tshisekedi propuso que, a cambio del apoyo militar estadounidense para combatir una insurgencia rebelde, la República Democrática del Congo otorgaría lucrativos contratos mineros a Estados Unidos. Esta propuesta se alineaba con la reciente iniciativa de la administración Trump de establecer un fondo soberano de riqueza destinado a invertir en sectores estratégicos, incluyendo minerales críticos." Tshisekedi estaba sosteniendo simultáneamente negociaciones con Princ destinadas a permitir que su empresa privada gravara y "asegurara" la riqueza mineral de la RDC. Reuters confirmó recientemente que se llegó a un acuerdo. Si bien la carta no especificaba el tipo de apoyo militar que Tshisekedi buscaba, el intercambio ofrecido abriría las reservas congoleñas de cobalto, litio, cobre y tantalio (componentes críticos en la fabricación de alta tecnología) a empresas estadounidenses. La propuesta se alineaba estrechamente con la iniciativa "Stargate" de Trump, una inversión conjunta de alta tecnología de $500 mil millones lanzada al comienzo de su nuevo mandato. En su podcast "Off Leash" a principios de este año, Prince declaró : "Es hora de que nos pongamos de nuevo el sombrero imperial, de decir, vamos a gobernar esos países". Añadió: "Se puede decir lo mismo de casi toda África; son incapaces de gobernarse a sí mismos".
Un legado de violencia
Prince saltó a la fama durante la administración de George W. Bush, cuando su firma Blackwater se convirtió en un elemento central de las operaciones militares estadounidenses en Irak. La compañía estaba tan arraigada que a veces se la denominaba el ala privada del ejército estadounidense. Blackwater estuvo posteriormente implicada en un programa de asesinatos de la CIA. Pero la reputación de la firma quedó irreparablemente dañada tras la masacre de la plaza Nisur de 2007, en la que personal de Blackwater mató a 17 civiles iraquíes. El incidente se erige como uno de los ejemplos más sombríos de los fracasos de la guerra de Irak. Un jurado federal declaró culpables de asesinato a varios de los mercenarios en 2014. Trump los indultó en 2020. Durante la era Obama, Prince desapareció de la vista pública. Manchado por el legado de Blackwater y las consecuencias de la masacre de la plaza Nisur, luchó por recuperar su antigua influencia. Pero su alineamiento con Donald Trump y el Partido Republicano abrió la puerta a una nueva ronda de propuestas ambiciosas. Ese resurgimiento pronto se vio complicado por un nuevo escándalo. En 2021, Prince fue acusado de violar un embargo de armas de las Naciones Unidas al ayudar al caudillo libio Khalifa Haftar, un escándalo que frustró sus esfuerzos por recuperar su posición en Washington. Un informe de la ONU alega que Prince brindó apoyo militar a Haftar, incluyendo armas, aeronaves y propuestas para una operación mercenaria conocida como "Proyecto Opus". A pesar del revés, Prince sigue adelante, envalentonado por el regreso de Trump al poder. Un plan de 26 páginas que presentó al equipo de Trump describe una fuerza de deportación privada de 25.000 millones de dólares capaz de deportar hasta 600.000 personas al mes. Otra propuesta filtrada recientemente revela los planes de Prince para construir una megaprisión en El Salvador, parcialmente bajo jurisdicción estadounidense y protegida de la supervisión legal. Aunque se presentó como una herramienta para deportar inmigrantes indocumentados, la preocupación aumentó después de que Trump fuera captado en un micrófono abierto diciéndole al presidente Bukele: "Los locales son los siguientes". Casi al mismo tiempo, la administración Trump comenzó a ordenar a los funcionarios de inmigración que marcaran el contenido "antisemita" en redes sociales como motivo de denegación o expulsión. Organizaciones de derechos civiles advierten que estas políticas ya se están utilizando para reprimir la expresión propalestina. En conjunto, la prisión de Prince y la represión de Trump sugieren una posibilidad aterradora: que la expresión política, en particular las críticas a Israel, podría llevar a personas a detención en el extranjero.
El ex director ejecutivo de Blackwater, Erik Prince, quiere que los contribuyentes estadounidenses financien campos de deportación privados en El Salvador.
Sin impugnaciones legales, sin debido proceso, sin rendición de cuentas. Contratar empresas privadas es una forma clave en la que Estados Unidos evade la supervisión y la rendición de cuentas por abusos de derechos humanos. pic.twitter.com/BBuDKrkp36 — CODEPINK (@codepink) 18 de abril de 2025
Grupos de derechos humanos ya han expresado su preocupación por la posible violencia, el hacinamiento y los abusos en el centro propuesto. Las comparaciones con la Bahía de Guantánamo han generado una alarma generalizada en línea, aunque ningún anuncio oficial ha indicado que el plan vaya a seguir adelante. Mientras tanto, el acuerdo con la República Democrática del Congo ya está en marcha. Prince ya ha expresado su frustración por la demora en la intervención militar estadounidense durante el genocidio de Ruanda de 1994, cuando cientos de miles de tutsis fueron masacrados. Ese conflicto terminó con la caída del gobierno hutu de Ruanda y el ascenso del presidente tutsi Paul Kagame. Ahora, a medida que el grupo rebelde M23, liderado por tutsis, avanza por el este del Congo —un movimiento que las Naciones Unidas acusan a Ruanda de apoyar— Prince se encuentra beneficiándose de una crisis arraigada en el mismo conflicto que una vez lamentó. Foto principal | Erik Prince se reúne con el presidente ecuatoriano Daniel Noboa en Quito, Ecuador, el 11 de marzo de 2025. La imagen se compartió en la cuenta oficial X de Noboa. Daniel Noboa | Robert Inlakesh es analista político, periodista y documentalista, actualmente radicado en Londres, Reino Unido. Ha reportado desde y vivido en los territorios palestinos ocupados y presenta el programa "Palestine Files". Dirigió "El robo del siglo: La catástrofe palestino-israelí de Trump". Síguelo en Twitter: @falasteen47