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Estado de situación

El gran y hermoso encubrimiento: Epstein, ICE y el estado de guerra MAGA

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El Departamento de Justicia ha declarado discretamente cerrado el caso Epstein: no hay lista de clientes, ni conspiración criminal, ni más revelaciones. A pesar de años de presión pública y especulación, el Departamento de Justicia y el FBI ahora afirman que el contenido de los archivos de Epstein involucra principalmente información sensible de las víctimas y materiales que, de ser divulgados, podrían poner en peligro a personas inocentes. En su opinión, el asunto no amerita mayor investigación ni transparencia. Esta abrupta conclusión sigue a meses de teatro político. La ex fiscal general de Florida, Pam Bondi, ahora estrechamente alineada con los leales a Trump, había afirmado estar revisando los archivos de Epstein. Sin embargo, nunca surgieron hallazgos públicos de su oficina. Mientras tanto, figuras de alto perfil como Kash Patel, director del FBI aliado de Trump, están posicionadas dentro de las mismas agencias que necesitarían sortear barreras institucionales, incluida la propia Bondi, para revelar cualquier información explosiva. Si bien la curiosidad pública sobre las conexiones de Epstein con la élite sigue siendo fuerte, los usos políticos más potentes del caso ya han sido extraídos. Los archivos se convirtieron en un pararrayos simbólico para la indignación antisistema, especialmente dentro de los círculos de MAGA y QAnon. Lo que comenzó como un llamado a la rendición de cuentas se convirtió en un mito cargado de conspiraciones, donde Donald Trump fue retratado como el guerrero solitario que luchaba contra una red de élites globales que traficaban con menores. La ausencia de revelaciones reales no desvirtuó la historia; amplificó la sensación de verdad oculta, impulsando la participación y la radicalización. Un giro reciente se produjo cuando Elon Musk insinuó públicamente que el nombre de Trump aparecía en los archivos de Epstein, solo para luego retractarse. La retractación de Musk se produjo después de que Trump publicara una declaración de David Schoen —exabogado de Epstein y abogado defensor de Trump en el juicio político— en la que afirmaba no haber cometido ninguna irregularidad. Aun así, la imagen de su antigua asociación sigue generando especulación, especialmente desde que Epstein se refirió a Trump como un "amigo cercano" en una entrevista de 2017, a pesar de que Trump afirmó posteriormente haberse distanciado años antes. El memorando final del Departamento de Justicia revela un subtexto más inquietante. Enfatiza que la mayor parte del material inédito de Epstein está vinculado al abuso sexual infantil y no puede divulgarse, ni siquiera parcialmente. Sin embargo, esta explicación, aunque se presenta como una defensa de la privacidad de las víctimas, garantiza convenientemente que ninguna figura de alto perfil sea sometida a escrutinio. El arco narrativo concluye no con justicia, sino con silencio. A medida que el discurso sobre Epstein se retira, ya se preparan nuevas narrativas para movilizar la emoción pública. La principal de ellas es la militarización del ICE bajo el pretexto de la seguridad nacional. Con las propuestas de convertir al ICE en la tercera fuerza armada más grande de Estados Unidos, es probable que las "células terroristas durmientes" y los "migrantes criminales" se conviertan en los próximos lemas de protesta con mayor carga emocional. Detrás de estos esfuerzos se encuentran poderosos contratistas privados de defensa como Palantir, con sus algoritmos de vigilancia predictiva y extensas bases de datos nacionales, herramientas diseñadas para obtener ganancias mediante la vigilancia y el encarcelamiento. La saga de Epstein, en lugar de impartir justicia, funcionó como una operación psicológica política: convirtió el asco en un arma, redirigiendo la ira y canalizando la rebelión hacia el apoyo electoral al mismo sistema al que parecía oponerse. Al final, la rendición de cuentas eclipsó su necesidad, y la maquinaria del Estado sigue sirviendo a su verdadero electorado: el lucro y el poder. Greg Stoker es un ex Ranger del Ejército de los Estados Unidos con experiencia en recopilación y análisis de inteligencia humana. Tras cuatro despliegues de combate en Afganistán, estudió antropología y Relaciones Internacionales en la Universidad de Columbia. Actualmente es analista militar y geopolítico, e influencer en redes sociales, aunque detesta el término.

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julio 7th, 2025
Greg Stoker

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